Él

¿Cómo explicas a un niño que tienes una grave enfermedad, que vas a ir perdiendo visión poco a poco y que probablemente te puedas quedar ciego?

No es nada sencillo, tuvimos que encontrar el mejor momento y sobre todo buscamos las palabras adecuadas.

Recuerdo que nosotros nos decidimos hacerlo un día por la tarde, nos juntamos en el salón y le dijimos que teníamos que hablar de una cosa importante.

-Ya sabes que durante este tiempo me he estado haciendo muchas pruebas y he estado yendo a muchos médicos por el problema de la vista, ya nos han dado los resultados y tengo una enfermedad. 

Mentalmente Erik siempre ha sido muy maduro, a sus nueve años estaba entendiendo perfectamente lo que le estábamos diciendo.

Recuerdo que su primera pregunta fue – ¿y no vas a ver nada?

A lo que contesté que no sabía lo que iba a pasar, que puede que quedase algún tipo de resto visual que me dejase ver un poco, pero que habría que ir poco a poco porque no sabríamos como iba a ir la enfermedad.

Tras esto me dijo: – bueno, pues ya se verá.

Y seguido, sin darle más importancia, nos preguntó que que había de cenar.

Sin lugar a dudas, os puedo asegurar que, durante el proceso de mi enfermedad, tres de los momentos que más me han marcado han sido con él.

Un día a la vuelta de un partido de fútbol, me preguntó mientras estábamos cenando si había visto la jugada que había hecho, le dije que, aunque estaba en el campo, no había podido verlo y se levantó y me cogió las manos para explicarme cómo había sido.Con mi mano derecha simulaba lo que hizo él y mi mano izquierda era el balón.

Fue sorprendente y una sensación muy extraña, de agradecimiento por ayudarme y a la vez dolorosa, creo que algo en ese momento se rompió en mí.

En otra ocasión íbamos los dos solos por la calle, yo aún no llevaba bastón, pero estaba bastante afectado, en un momento dado tuve problemas para poder ubicarme y me quedé paralizado con miedo de poder chocarme.

Se acercó a mí y me dijo: – tú tranquilo que te va a guiar el menda.

Me cogió de la mano para poder andar y comenzó a guiarme.

Di cuatro pasos y me di con una papelera, a día de hoy cada vez que lo recuerdo me parto el culo.

Por último, otra ocasión especial que también recuerdo, es cuando el equipo de la ciudad lo seleccionó para jugar un campeonato en Madrid.

Era un campeonato muy importante a nivel internacional ya que venían equipos de todo el mundo, no poder verlo con la equipación de mi equipo favorito completa y debutar, fue muy doloroso y aunque en este torneo no llegaron a pasar a las fases finales, al poco tiempo nos fuimos a Asturias a otro torneo donde sí que ganaron en su categoría e imaginad lo que pudo suponer para mí que con el pitido del árbitro saltasen a la grada y nos viniese a abrazar.

Estos son tres ejemplos de los que con más fuerza me puedo acordar, pero son muchísimos más cada día.

Aunque muchas veces me cabree porque no me hace ni caso, porque se ha desordenado o porque simplemente no para, no sé qué haría sin él.

Por cómo es, me hace sentir muy orgulloso y si alguna vez tengo el pensamiento de decir que qué mala suerte he tenido en la vida por tener esta enfermedad, tan solo tengo que pensar en él un segundo y saber que siempre tendré su mano para guiarme, aunque para ello tenga que llevarme por delante papeleras y farolas.

Él es en muchos momentos una de las personas que más ve por mí.

Gracias por leerme.

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10 comentarios sobre “Él

  1. Una vez más no dejas de fascinarnos David,gracias por tus reflexiones y por enseñarnos un poco más de tu mundo, del que si nos dejas siempre seremos parte. Eres un gran ejemplo para Erik, seguro que se siente muy orgulloso de ti. Nosotros también lo estamos, de tu capacidad de lucha,tu disciplina y tu capacidad de superación. No te rindas nunca.

  2. Erik es un campeón ayudando y demostrando todo lo bueno que es. Dándose mutuamente el cariño que ellos dos saben.
    Gracias por ayudar a mi primo Erik y Myriam.

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